Como no podía ser de otra forma, y porque así funciona el mercado, no todo iban a ser superdeportivos, y Aston Martin trajo de golpe el SUV más inesperado del mercado, el Aston Martin DBX. Con una factoría nueva para el propio modelo, y un chasis de creación propia que no comparte con nadie, este coche no ha sido precisamente un prototipo fácil de desarrollar, y mucho menos barato.
El chasis del DBX está hecho de aluminio extruído, como lleva siendo en todos los modelos de la firma británica desde la generación del Vanquish. Además, cuenta con suspensión de doble horquilla delante y multibrazo detrás con amortiguadores adaptativos y llantas de 22 pulgadas con enormes neumáticos Pirelli P-Zero.
La parte más importante del chasis del DBX son sus sistemas activos, pues dispone de muelles neumáticos con tres cámaras de aire que permiten ajustar la altura de forma libre en hasta 10cm. Cuenta también con barras estabilizadoras activas, llamadas eARC, que controlan y limitan los movimientos de la carrocería.
En cuanto a la parte mecánica, el DBX ha echado mano del V8 Biturbo de 4.0 litros de AMG, desarrollando hasta 550 CV y700 Nm de par.
Del Grupo Daimler también procede la tracción integral 4Matic, con árboles de transmisión en fibra de carbono y caja de cambios automática de 9 relaciones.
Sin duda, una potencia y fuerza sobrehumanas suficiente para propulsar las dos toneladas de este monstruo de 0 a 100 km/h en tan solo 4,5 segundos.
El interior del DBX es auténticamente de lujo, con un sistema de infoentretenimiento heredado de Mercedes-Benz y un cuero escocés Bridge of Wair en toda su tapicería con telas compuestas en un 80% por lana australiana.